¿Mascota en casa?: Sí o no y ¿Por qué?

“Papá quiero un perrito, gatito, tortuguita, pajarito, conejito…” Así comienza la incertidumbre de muchos padres, cuando su niño le pide que le regale un futuro compañero de juegos y penurias.

“Las mascotas pueden ser sumamente simpáticas, tiernas y cariñosas, y por su aspecto y comportamiento, suelen resultar atractivas y estimulantes para la gran mayoría de los pequeños”, explica el médico veterinario Juan José Conti Muñoz. Según explica “están comprobados los beneficios psicológicos, emocionales y físicos de la interacción infantil con los animales de compañía, que ayudan a elevar la autoestima, fomentar las habilidades para cuidar a otros, comprender la naturaleza y los ciclos vitales, aumentar la empatía con los demás, cultivar la responsabilidad y desarrollar la comunicación no verbal”.

“Incluso una investigación dirigida por el doctor Eija Bergroth, del Hospital de la Universidad de Kuopio, en Finlandia, indica que los bebés que viven con perros y gatos el primer año de vida podrían ser menos susceptibles a las infecciones respiratorias, como el resfriado, y necesitarían tomar menos antibióticos, porque que el contacto con las mascotas favorece la maduración del sistema inmunitario infantil”, agrega este experto. De acuerdo a numerosos especialistas la convivencia con un perro es muy beneficiosa ya que contribuye a la educación de un niño más sociable y con un mayor sentido de la responsabilidad. “Hasta los 2 o los 3 años, el niño conoce su entorno fundamentalmente a través del tacto. Al ver al perro, intentará asociarlo, palpar su piel y su pelo. El niño tratará al perro como a un juguete más, al que sin querer puede hacer daño, al tocarle la cabeza, los ojos o las orejas”, señala Conti Muñoz. Según este veterinario “no hay que inquietarse si el perro de la casa lame al niño, siempre que esté en buenas condiciones higiénicas y de salud. Eso sí: conviene llevar al perro al veterinario para limarle un poco las uñas y evitar que pueda arañar al bebé si por accidente le tocara con las patas”.

“También es importante enseñar al niño qué zonas del perro o del animal no conviene tocar y qué fuerza debe aplicar. Si utiliza una fuerza excesiva, apartaremos su mano y le enseñaremos, cogiendo su mano con la nuestra, cómo acariciar al perro con mucha suavidad. Aunque la comprensión verbal del niño a estas edades es limitada, es recomendable explicarle qué es todo aquello que ve y que toca”, señala el experto en salud animal. Según el experto, “no obstante, y al margen de todos estos aspectos positivos, antes de responder a la petición de una mascota por parte de sus hijos los padres deben plantearse si el niño tiene la edad o madurez mental suficiente como para hacerse cargo de una mascota con todas las consecuencias que implica”.

“Los pequeños se entusiasman e ilusionan con un “animalito” porque piensan exclusivamente en lo bien que se lo pasarán con su futuro compañero de aventuras, pero desconocen las responsabilidades y cuidados que ello les supondrá”, agrega. Cambios en la vida familiar Para Conti Muñoz “los padres han de realizar una doble reflexión: por un lado analizar cómo repercutirá el animal en la resto de la familia, ya que cada uno de sus integrantes tiene sus rutinas, obligaciones y derechos. El caso es que alguien tendrá que sacar a pasear el perro o cambiarle la arena al gato, y ello requiere tiempo y a veces no es agradable”.

“Por otra parte –según este veterinario- hay que explicarle al niño de qué manera se verá alterada su vida de diversas formas a partir de la tenencia del animal, el cual no es un juguete al que se pueda dejar aparcado. También hay que indicarle que si descuida las responsabilidades que tiene respecto de su mascota, serán otros familiares quienes deban afrontarlas, aunque no lo deseen”.

“Una mascota implica cuidados y responsabilidades que requieren cierta madurez por parte de su cuidador o dueño. Hay que limpiarla, alimentarla, llevarla al veterinario. Además de la inversión económica que la familia debe realizar para cuidar al animal, alguien ha de asumir los distintas tareas que requiere la mascota o repartirlas entre los miembros, incluido el niño”, comenta Juanjo Conti Muñoz. “El proceso de elección de la mascota ha de hacerse de forma responsable y a conciencia, tanto de los padres como de los hijos, y de forma conjunta, analizando los beneficios e inconvenientes, y teniendo en cuenta que es un ser vivo, con el que hay que estar en las buenas y en las malas, y al cual no se puede abandonar porque nos aburrimos de él o nos causa molestias”, señala.

Preguntas clave

Entre las preguntas que los padres deben responderse y para las cuales han de asesorarse con el veterinario figuran:

  • ¿Qué enfermedades puede trasmitir el animal a la familia y cómo se previenen?
  • ¿Tiene nuestra casa el tamaño y lugares adecuados para la mascota?
  • ¿Es compatible el estilo de vida familiar con el animal de compañía?
  • ¿Qué animal es idóneo para cada edad?
  • ¿Mi hijo realmente quiere una mascota o es un capricho pasajero?
  • ¿Tiene tiempo para atenderla?
  • ¿Podemos permitirnos el gasto que supone el animal?
  • ¿El niño va a cuidar al animalito y cumplir sus obligaciones para con su nuevo amigo?

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